Detrás de ti la luz, tu sonrisa dulce e inocente, tus manos
en mi cuerpo, amanecer en la playa, mi cuerpo alabándote, esos días inolvidables,
cuando conocí la verdadera magia, cuando noche tras noche iba a buscarte,
cuando me mirabas y cerrabas los ojos sonriendo, caminando desnudo por la
habitación mientras yo miraba cada parte de tu cuerpo, memorizando cada
detalle, tu cuerpo perfecto, tus pies hermosos, bailando en la oscuridad, como
puede caber tanta belleza en un ser?, me preguntaba, temerosa, siempre temerosa
de perderte, pero ya no hay miedos, solo agradecimiento, y el sentimiento
eterno de nuestro amor tan puro, tan tonto y sabio a la vez.
¿Recuerdas el horizonte? Los colores de nuestros
atardeceres, cuando acariciabas mi rodilla y en la carretera se impregnaba mi
canto, mi canto ofrenda, mi canto conjuro, mi canto fue mi mejor forma de hacerte
entender… de hacerte ver lo que soy y lo que eres para mí, porque ahora, desde
mi más inocente e infantil llanto, puedo sentirte, y volar hacia ti, mientras
duermes.
Patinando hacia nuestro único rumbo, el presente, donde todo
era nosotros amándonos. ¿Como sucedió todo esto? Podría morir ahora sabiendo que
sentí lo más bello que un ser humano puede sentir.
¿Recuerdas cuando lloraba cuando hacíamos el amor? No podía
contener tanta luz, tanto amor y agradecimiento de tenerte, de que alguien como
tú me amara, lo recuerdo, lo recuerdo, esa soy yo… amándote soy yo. Y mi cuerpo
desaguándose sin miedos, mientras chocaba
nuestra materia, nuestra esencia se desbordaba y se unía, era demasiado,
demasiado, tanto que recordarlo es
volverlo a sentir, volver a llorar, volver a volar.
El regalo más hermoso, que aún vibra en mi pecho, es el que
solo tú y yo conocemos, llenos de pintura, me tomabas en el suelo, y el sudor
nos despintaba, y como fuera, contra la pared, escondidos en algún lugar, en el
carro estacionado en la playa, o en la cama, no había limites para nuestra
pasión, para nuestra lujuria divina cuando mi agua te bendecía y a sorbos me
bebías, cuando lloramos en la regadera, cuando todas tus palabras eran poesía
mientras me penetrabas, se que fui yo la que fallé, la que te hizo verme
diferente y todo ese trance se fue… perdóname, como lamento ya no poder revivir
eso, y temerle a quien más amo cuando antes me parecías tan inofensivo….
Ahora entiendo todo… cuando me dejabas y me soltabas al
vacío, no era vacío, era yo, no quería estar conmigo, sola, sin ti, porque tú
eras el que siempre me salvó de mi misma… de mi estupidez… y tú si podías dejarme, porque tú eres puro y
no necesitas de nadie para ser feliz… ahora que estoy conmigo, me abrazo y me
sano a mi misma pensando que quizá algún día todo eso podrá regresar y tú serás
tú sin dañarme cuando yo deje de temerte, porque temerte es perderte…
Y le pido al universo, que no me deje caer, regresar a mi
mierda cuando todo lo que hacía era destruirme, porque nadie me hizo ver mi
belleza hasta que llegaste tú. Perdóname, si fallo y olvido quien soy, por
favor no me sueltes que por ti daría mi vida sin pensarlo. Siempre estuviste, siempre estas, y siempre
estarás, pero ahora me arranco de ti para demostrarme a mi misma que puedo
amarme con todo lo que tú me enseñaste. Gracias, de verdad, hombre alucinante y
majestuoso, gracias.